Juegos sensoriales para la sala de clases

Los juguetes sensoriales pueden ser una herramienta pedagógica poderosa que favorece la participación, reduce la ansiedad y mejora la regulación emocional, especialmente en estudiantes neurodivergentes como aquellos con TEA, TDAH.

Este artículo ofrece una guía concreta para integrar juegos sensoriales significativos y accesibles en el aula, promoviendo así una inclusión que se vive y se siente, más allá de las palabras.

¿Por qué implementar juegos sensoriales en el aula?

El entorno escolar suele estar constituido por ritmos acelerados, estímulos múltiples, pocas pausas, espacios rígidos. Para muchos estudiantes neurodivergentes esto puede convertirse en una fuente de hiperestimulación o desregulación emocional constante.

Ahí es donde los juegos sensoriales entran en escena. No como recompensa. No como una estrategia aislada. Sino como una forma estructurada de apoyar la integración sensorial y facilitar el aprendizaje multisensorial.

Beneficios clave:

  • Favorecen la autorregulación emocional y conductual
  • Promueven el desarrollo del lenguaje, la motricidad y la atención
  • Disminuyen episodios de ansiedad o evitación
  • Aumentan la participación en dinámicas grupales

¿Qué es un juego sensorial?

Un juego sensorial es una actividad que estimula uno o más sentidos de forma intencionada y estructurada. A diferencia de los juegos tradicionales, su foco está en la experiencia sensorial y no necesariamente en el resultado final o la competencia.

Pueden involucrar:

  • Texturas (tela, arroz, arena, agua)
  • Sonidos suaves o repetitivos
  • Movimiento rítmico o profundo
  • Aromas naturales
  • Juegos de luz y sombra
  • Ejercicios de respiración y conciencia corporal

En Sensomundo, encontrarás una variedad de herramientas sensoriales pensadas para este tipo de juegos: desde fidget toys hasta cojines sensoriales, ideales para el espacio educativo.

Juegos sensoriales para implementar en la sala de clases

Te presentamos una serie de juegos sensoriales adaptables a distintos niveles educativos. No requieren materiales complejos ni experiencia previa. Solo una disposición abierta a observar, adaptar y acompañar.

1. La caja mágica de las texturas

Objetivo: estimular el tacto y el lenguaje descriptivo

  • En una caja, introduce diferentes materiales: esponjas, lana, papel aluminio, arroz, semillas, tela polar, etc.
  • Los niños deben meter la mano, describir la sensación o asociarla a una emoción o recuerdo.
  • Puedes agregar tarjetas con pictogramas para apoyar la expresión verbal.

Ideal para trabajar con niños que tienen hiposensibilidad táctil o dificultades de expresión emocional.

2. Respira y dibuja

Objetivo: fomentar la conciencia corporal y la regulación

  • En hojas grandes, invítalos a hacer líneas suaves al ritmo de su respiración.
  • Puedes usar lápices pastel, crayones gruesos o incluso pintura con dedos.
  • Acompaña con música instrumental suave.

Este ejercicio disminuye la ansiedad y mejora la concentración. Puede implementarse antes de iniciar una actividad académica exigente.

3. Camino sensorial en el aula

Objetivo: integrar el movimiento regulado y la exploración

  • Con materiales sencillos (tapetes, goma EVA, alfombras, cartón), diseña un pequeño recorrido en el suelo.
  • Cada tramo debe tener una textura o estímulo diferente: rugoso, blando, frío, vibrante.
  • Los estudiantes lo recorren descalzos o con calcetines, de forma individual.

Ideal para transiciones entre actividades o momentos de activación tras largos periodos sentados.

4. Bolsitas sonoras

Objetivo: estimular la audición selectiva y la coordinación

  • Crea bolsitas con materiales que suenen diferente: semillas, lentejas, botones, etc.
  • Puedes usarlas para marcar ritmos, seguir instrucciones o crear secuencias sonoras.
  • Si algunos estudiantes son hipersensibles al ruido, permite el uso de audífonos canceladores de ruido o reduce la intensidad.

5. Canasta de la calma

Objetivo: ofrecer un espacio de autorregulación

  • Diseña una canasta o rincón con objetos que brinden seguridad sensorial: una manta con peso, un peluche suave, un juguete sensorial, un libro visual.
  • Explica a los estudiantes que pueden usarla cuando lo necesiten, sin tener que “pedir permiso”.
  • No es castigo ni premio. Es un derecho.

Este recurso, si es introducido con respeto, se convierte en una herramienta valiosísima de inclusión real.

¿Cómo adaptar estos juegos para todos los estudiantes?

La clave está en entender que los juegos sensoriales no son exclusivos para niños neurodivergentes. Todos los niños y niñas se benefician de experiencias sensoriales bien diseñadas. La diferencia está en el nivel de intención pedagógica que pongas al implementarlos.

Adaptaciones posibles:

  • Incorporar pictogramas o apoyos visuales para anticipar la actividad
  • Permitir diferentes formas de participar (activa, observando, en silencio)
  • Controlar la duración según la tolerancia del grupo

El rol del educador

El/la docente es un mediador entre el entorno y la experiencia interna del estudiante. Implementar juegos sensoriales implica una mirada atenta, una disposición ética a observar y ajustar.

Inclusión empieza en lo concreto

El juego sensorial es una puerta. Una oportunidad para habitar el aula desde el cuerpo, desde el placer y la exploración.

En Sensomundo acompañamos esta mirada con productos seleccionados y contenidos pensados para profesionales de la educación que buscan más que cumplir con una norma: educadores que creen en la diversidad como valor pedagógico.

Porque la verdadera inclusión no se impone. Se construye, juego a juego, clase a clase.

Explora. Siente. Incluye.

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