Estrategias sensoriales para momentos de crisis

Cuando un niño entra en crisis, grita, llora, se aísla o incluso reacciona con agresividad, muchas veces escuchamos: “está haciendo un berrinche”. Pero ¿qué pasaría si en realidad ese niño está atravesando una desregulación emocional profunda, sin las herramientas necesarias para calmarse?

La desregulación emocional no es una conducta desafiante: es un pedido de ayuda.

Este artículo ofrece una guía práctica sobre cómo utilizar estrategias sensoriales para acompañar de forma respetuosa y eficaz a niños en momentos de crisis. Ideal para familias, educadores y profesionales que buscan comprender más allá del comportamiento y generar un entorno seguro para la autorregulación.

¿Qué es una crisis de desregulación emocional?

Una crisis emocional ocurre cuando el sistema nervioso de un niño se ve sobrepasado por estímulos, emociones o situaciones que no puede manejar. Esto puede expresarse con llanto, gritos, conductas agresivas, congelamiento, huida o aparente desconexión.

Dato clave: No todos los niños pueden decir lo que sienten, pero sí lo muestran con su cuerpo.

Estas crisis no son manipulaciones ni actos voluntarios. Son respuestas del sistema nervioso ante una sobrecarga. En niños neurodivergentes —como aquellos con autismo, TDAH o trastornos del procesamiento sensorial— estas respuestas pueden ser más frecuentes o intensas.

¿Qué papel cumplen los estímulos sensoriales en una crisis?

El mundo sensorial (sonidos, luces, olores, texturas, movimiento) influye directamente en cómo los niños se sienten y reaccionan. Un entorno muy ruidoso o impredecible puede generar una sobrecarga sensorial, mientras que ciertos apoyos pueden ayudar a regular el sistema nervioso.

Cuando un niño está en crisis, ofrecer una estrategia sensorial adecuada puede marcar la diferencia entre escalar el conflicto o contenerlo con respeto.

Estrategias sensoriales para momentos de crisis

A continuación, te compartimos estrategias sensoriales prácticas que puedes usar en momentos de desregulación emocional. Estas no “detienen” la crisis, pero ayudan a acompañarla desde la seguridad y la conexión.

1. Espacios de calma con estímulos controlados

  • Crea un rincón sensorial con luces tenues, mantas, cojines o una carpa pequeña.
  • Evita luces fuertes o ruidos inesperados.
  • Permite que el niño se retire sin presión.

En Sensomundo, puedes encontrar herramientas para diseñar tu propia zona de calma.

2. Fidgets y objetos de descarga motora

  • Los fidgets o juguetes de manipulación ayudan a canalizar la energía acumulada.
  • Ideales para niños que necesitan mover las manos o mantenerse ocupados para calmarse.
  • Algunos ejemplos: pelotas antiestrés, espirales táctiles, cubos sensoriales.

Útiles para niños con TDAH o ansiedad sensorial.

3. Presión profunda

  • Aplicar presión profunda (con mantas con peso, abrazos firmes —si el niño lo permite—, o cojines sensoriales) ayuda a calmar el sistema nervioso.
  • Este tipo de estímulo activa el sistema propioceptivo, generando una sensación de contención.

Siempre pregunta o respeta si el niño rechaza el contacto.

4. Movimientos rítmicos

  • Balancearse en una silla, columpiarse, caminar en línea recta o saltar puede ser regulador.
  • Los movimientos rítmicos ayudan a reconectar cuerpo y mente, y pueden ser especialmente útiles para niños que buscan estímulo vestibular.

5. Estimulación auditiva calmante

  • Reproduce música suave, sonidos de la naturaleza o white noise.
  • Los audífonos de cancelación de ruido también pueden ser aliados si el entorno está sobrecargado.

En ambientes escolares, pueden ser clave para evitar crisis.

6. Respiración guiada con apoyo visual o táctil

  • A veces, simplemente decir “respira” no basta.
  • Usa recursos visuales como tarjetas o cuentos respirables.
  • Puedes utilizar un peluche que suba y baje con la respiración del niño.

¿Qué NO hacer durante una crisis?

Evita estas reacciones comunes que, aunque bien intencionadas, pueden escalar la situación:

  • Decir “¡Cálmate!” o “No es para tanto”.
  • Hablar en voz alta o de forma rápida.
  • Amenazar con castigos o perder el control emocional tú también.

La contención no es control. Es estar disponible desde la calma, aunque el otro esté en caos.

Después de la crisis: validar, no juzgar

Una vez pasada la tormenta emocional, es importante:

  • Validar lo vivido: “Sé que fue difícil para ti”.
  • Nombrar emociones sin culpas.
  • Reconocer qué ayudó y qué no.
  • Registrar patrones para prevenir futuras crisis.

Este es el momento ideal para enseñar herramientas, no durante la crisis.

¿Qué niños pueden beneficiarse de estrategias sensoriales?

Todos. Pero especialmente:

  • Niños neurodivergentes (con autismo, TDAH, dislexia, trastornos del procesamiento sensorial).
  • Niños con altas sensibilidades emocionales o sensoriales.
  • Niños que han pasado por situaciones de estrés o trauma.

¿Dónde encontrar herramientas sensoriales para crisis?

En Sensomundo ofrecemos una amplia variedad de:

  • Fidgets antiestrés
  • Cojines sensoriales
  • Audífonos anti ruido
  • Cajas sensoriales

Todo pensado para acompañar a niños en entornos escolares, familiares o terapéuticos desde el respeto y la inclusión.

Una crisis no es el fin del mundo: es un llamado de ayuda.

Cuando comprendemos la raíz sensorial de muchas conductas, podemos dejar de verlas como “mal comportamiento” y empezar a verlas como necesidades que no han sido cubiertas aún.

Incluir estrategias sensoriales no solo calma el momento, sino que construye confianza, autonomía y seguridad emocional a largo plazo.

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